Ofrecemos el texto del Evangelio que será proclamado este Domingo 8 de noviembre de 2015 (Domingo XXXII del Tiempo Ordinario, Ciclo B) en la Liturgia de la Iglesia. Posteriormente proponemos leer dos comentarios, uno del gran San Agustín y otro de la Beata Madre Teresa de Calcuta, ambos alusivos a esta Palabra del Señor. Y, finalmente, animamos a todos a rezar con un hermoso Himno de la Liturgia de las Horas.
Del Evangelio según San Marcos (Mc 12,38-44)
Esa pobre viuda ha echado más que nadie
«En aquel tiempo, enseñaba Jesús a la multitud y les decía:
-“¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia más rigurosa”.
Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a sus discípulos, les dijo:
-“Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir”».
Palabra del Señor.
Comentario de San Agustín

San Agustín.
Del gran San Agustín de Hipona (354-430), Obispo y Doctor de la Iglesia, el más grande de los Padres de la Iglesia en Occidente, y uno de los grandes maestros para la vida de fe —sin duda alguna—, traemos aquí un comentario a este texto del Evangelio.
Nadie dio tanto como la que no reservó nada para sí
«Ignoro, hermanos, si puede encontrarse alguien a quien hayan aprovechado las riquezas. Quizás se diga: “¿No fueron de provecho para quien usaron bien de ellas, alimentando a los hambrientos, vistiendo a los desnudos, hospedando a los peregrinos, redimiendo a los cautivos?” Todo el que obra así, lo hace para que no le perjudiquen. ¿Qué sucedería, si no poseyese esas riquezas con las que hace misericordia, siendo tal que se hallase dispuesto a hacerla, si se hallase en posesión de ellas? El Señor no se fija en si las riquezas son grandes, sino en la piedad de la voluntad. ¿Acaso eran ricos los Apóstoles? Abandonaron solamente unas redes y una pequeña barca, y siguieron al Señor. Mucho abandonó quien se despojó de la esperanza del siglo, como aquella viuda que depositó dos monedas en el cepillo del templo. Según el Señor, nadie dio más que ella.
A pesar de que muchos ofrecieron mayor cantidad, ninguno, sin embargo, dio tanto como ella en ofrenda a Dios, es decir, en el cepillo del templo. Muchos ricos echaban en abundancia, y él los contemplaba (Mc 12,41), pero no porque echaban mucho. Esta mujer entró con sólo dos monedillas. ¿Quién se dignó poner los ojos en ella? Sólo aquel que al verla no miró si la mano estaba llena o no, sino al corazón. La observó, pregonó su acción y al hacerlo proclamó que nadie había dado tanto como ella. Nadie dio tanto como la que no reservó nada para sí. Das poco, porque tienes poco; pero si tuvieras más, darías más. Pero ¿acaso por dar poco a causa de tu pobreza, te encontrarás con menos, o recibirás menos porque diste menos?
Si se examinan las cosas que se dan, unas son grandes, otras son pequeñas; unas abundantes, otras escasas. Si, en cambio, se escudriñan los corazones de quienes dan, hallarás con frecuencia en quienes dan mucho un corazón tacaño, y en quienes dan poco un corazón generoso. Tú miras a lo mucho dado y no a cuánto se reservó para sí ese que tanto dio, cuánto fue lo que en definitiva otorgó, o cuánto robó quien de ello da algo a los pobres, como queriendo corromper con ello a Dios, el juez. Lo que consigues con tu donación es que no te perjudiquen tus riquezas, no que te aprovechen. Porque si fueres pobre y, desde tu pobreza, dieses, aunque fuera poco, se te imputaría tanto como al rico que da en abundancia, o quizás más, como a aquella mujer».
(San Agustín, Obispo, Extracto del Sermón 105 A).
Comentario de la Beata Teresa de Calcuta

Beata Madre Teresa de Calcuta.
Traemos aquí otro comentario de la Beata Madre Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de la Congregación de las “Misioneras de la Caridad” en el siglo XX, universalmente conocida, respetada y querida por su amor y su vida entregada a los «pobres más pobres», según su misma expresión. Un comentario en el que narra una experiencia preciosa que tuvo con un mendigo, un hecho parecido al de la viuda del Evangelio. Y es que cualquier cosa de Madre Teresa es sumamente edificante. Veámoslo.
Las moneditas a las que renunciaba se convertían en un gran fortuna porque habían sido dadas con tanto amor
«Debéis dar eso que os cuesta dar. No basta con dar solamente eso de lo que podéis prescindir, sino también aquello de lo que no podéis ni queréis prescindir, aquellas cosas a las cuales estáis atadas. Entonces, vuestro don será un sacrificio precioso a los ojos de Dios. A eso lo llamo el amor en acto. Todos los días veo crecer este amor en los niños, en los hombres y en las mujeres.
Un día bajaba yo por la calle; un mendigo se me acerca y me dice: “Madre Teresa, todo el mundo te hace regalos; también yo quiero darte alguna cosa. Hoy he recibido tan solo veintinueve céntimos en todo el día y te lo quiero dar”. Reflexioné un momento; si acepto estos veintinueve céntimos (que no valen prácticamente nada), es probable que él no pueda comer nada esta noche; y si no los acepto, le voy a dar un disgusto. Entonces, extendí la mano y tomé el dinero. Nunca jamás he visto sobre ningún rostro tanto gozo como en el de este hombre por el mero hecho de haber podido dar algo a Madre Teresa. ¡Se sintió muy feliz! Fue para él, que había mendigado todo el día bajo el sol, un enorme sacrificio el darme esa irrisoria cantidad con la que no se podía hacer nada. Pero fue maravilloso también, ya que las moneditas a las que renunciaba se convertían en una gran fortuna porque habían sido dadas con tanto amor».
(Beata Teresa de Calcuta, De su libro Camino de sencillez).
Himno litúrgico
Finalmente, podemos orar con este hermoso poema del Sacerdote español José Luís Martín Descalzo, que pasó a la Liturgia de las Horas como Himno de Laudes del Lunes de la Semana II del Salterio. Oremos con humildad, con sencillez, con sinceridad…, para que no se seque el amor puro, para que no se seque la caridad…
Hoy que sé que mi vida es un desierto
«Hoy que sé que mi vida es un desierto,
en el que nunca nacerá una flor,
vengo a pedirte, Cristo jardinero,
por el desierto de mi corazón.
Para que nunca la amargura sea
en mi vida más fuerte que el amor,
pon, Señor, una fuente de alegría
en el desierto de mi corazón.
Para que nunca ahoguen los fracasos
mis anisas de seguir siempre tu voz,
pon, Señor, una fuente de esperanza
en el desierto de mi corazón.
Para que nunca busque recompensa
al dar mi mano o al pedir perdón,
pon, Señor, una fuente de amor puro
en el desierto de mi corazón.
Para que no me busque a mí cuando te busco
y no sea egoísta mi oración,
pon tu Cuerpo, Señor, y tu Palabra
en el desierto de mi corazón.
Amén».
(«Himno litúrgico», de Laudes del Lunes de la Semana II del Salterio).