Ofrecemos el texto del Evangelio que será proclamado este Domingo 5 de julio de 2015 (Domingo XIV del Tiempo Ordinario, Ciclo B) en la Liturgia de la Iglesia. A continuación ponemos una hermosa oración del Beato Cardenal Newman, con la que invitamos a rezar al Señor, a fin de que nos ayude a ser “profetas” suyos, para que nos ayude ser transparencia suya hacia todos aquellos que estén a nuestro lado.
Del Evangelio según San Marcos (Mc 6,1-6)
No desprecian a un profeta más que en su tierra
«En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada:
-“¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? ¿Y sus hermanos no viven con nosotros aquí?”
Y desconfiaban de él. Jesús les decía:
-“No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa”.
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando».
Oración del Cardenal Newman
Oración para irradiar a Cristo

Beato John Henry Newman, Cardenal.
El Cardenal inglés Beato John Henry Newman (siglo XIX) fue primeramente un Sacerdote anglicano y uno de los grandes intelectuales en Oxford. Precisamente sus estudios, entre otras razones, lo llevaron finalmente a convertirse a la Iglesia Católica. Fue creado Cardenal por el Papa León XIII. Y Beatificado por el Papa Benedicto XVI el 19 de septiembre de 2010. Invitamos a rezar con esta hermosa oración suya al Señor, para que también nosotros podamos ser “profetas” al modo como expresa esta misma oración, “profetas” que irradien a Cristo a quienes están a nuestro alrededor.
«Amado Señor,
ayúdame a esparcir tu fragancia por donde quiera que vaya.
Inunda mi alma con tu Espíritu y vida.
Penetra y posee todo mi ser hasta tal punto
que toda mi vida sólo sea un resplandor de la tuya.
Brilla a través de mí, y mora en mí de tal manera
que todas las almas que entren en contacto conmigo
puedan sentir tu presencia en mi alma.
¡Permite que ellos, al mirarme, no me vean a mí, sino a Ti en mí, oh Señor!
Quédate conmigo y, entonces, comenzaré a brillar como brillas Tú;
a brillar para servir de luz a los demás a través de mí.
La luz, oh Señor, irradiará toda de Ti, no de mí;
serás Tú quien ilumine a los demás a través de mí.
Permíteme así alabarte de la manera que más amas,
brillando sobre quienes me rodean.
Permíteme predicarte sin predicar, no con palabras sino con mi ejemplo,
por la fuerza contagiosa, por la influencia de lo que hago,
por la evidente plenitud del amor que mi corazón siente por Ti.
Amén».
(Beato Cardenal John Henry Newman, Siglo XIX).