El Evangelio del Domingo con San Agustín y el Concilio Vaticano II

El Sr. Obispo de la Diócesis, D. José Manuel Lorca Planes, ha decretado que este Domingo 28 de junio de 2015 se celebre la Solemnidad de los Apóstoles San Pedro y San Pablo. El traslado de esta Solemnidad al Domingo más próximo se debe a la gran importancia que tiene esta fiesta litúrgica para toda la Iglesia. Pedro y Pablo, «columnas de la Iglesia», nos recuerdan que, en efecto, la fe cristiana, como la Iglesia misma, es «apostólica»: edificada sobre el testimonio y el ministerio de los Apóstoles. Y el ministerio que Cristo confió a los Apóstoles continúa en sus sucesores, los Obispos. De igual manera, el ministerio que Cristo confió individualmente a Pedro continúa en sus sucesores, también de modo personal: el Obispo de Roma. Es decir, el ministerio petrino continúa hoy, por voluntad del Señor, en el Papa Francisco. Es un día hermoso para celebrar que somos lo que el Señor quiere que seamos: Iglesia. Y, aunque siempre estamos en comunión con el Sucesor de Pedro, éste es un día especialmente propicio para sentirnos en comunión con el Papa, y pedir a Dios por él, por su persona, por su ministerio, por sus intenciones.

Traemos aquí el texto del Evangelio que será proclamado en las celebraciones de la Eucaristía de este Domingo. Posteriormente, aportamos un comentario al mismo del gran San Agustín, Obispo y uno de los grandes Padres de la Iglesia en Occidente entre los siglos IV-V; comentario que merece la pena ser leído entero. Y, finalmente, aportamos dos textos importantes del Concilio Vaticano II (celebrado entre 1962-1965). Creemos que pueden ayudarnos a penetrar un poco más en los misterios que en esta fiesta celebramos.

Del Evangelio según San Mateo (Mt 16,13-19)

Tú eres Pedro, y te daré las llaves del Reino de los Cielos

Primado de Pedro«En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:

-“¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?”

Ellos contestaron:

-“Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas”.

Él les preguntó:

-“Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”

Simón Pedro tomó la palabra y dijo:

-“Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo”.

Jesús le respondió:

-“¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del Reino de los Cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo”».

Comentario de San Agustín

Te edificaré a ti sobre mí

San Agustín.

San Agustín.

«El apóstol Pedro es figura de la única Iglesia. Este Pedro, primero en el coro de los apóstoles, siempre pronto en al amor de Cristo, con frecuencia responde él sólo en nombre de todos. Cuando el Señor Jesucristo preguntó quién decía la gente que era él, y los discípulos recogieron las varias opiniones de los hombres, el Señor volvió a preguntar diciendo: Y vosotros ¿quién decís que soy yo? Pedro contestó: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”. Uno sólo dio la respuesta en nombre de muchos, la unidad en nombre de la muchedumbre. Entonces le dijo el Señor: Dichoso eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Luego añadió: Y yo te digo; como si dijera: Ya que tú me has dicho: “Tú eres el Hijo de Dios vivo”, también yo te digo: “Tú eres Pedro” (Mt 16,13-18). Porque antes se llamaba Simón. Este nombre por el que le llamamos Pedro, le fue impuesto por el Señor, y eso para que, en figura, significase a la Iglesia. Si Cristo es la piedra, Pedro es el pueblo cristiano. Piedra es el nombre originario; por eso Pedro viene de piedra, no piedra de Pedro, como Cristo no viene de cristiano, sino que el cristiano es llamado así por razón de Cristo. Por eso dijo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra, que tú has confesado, sobre esta piedra, que has reconocido al decir: Tú eres Cristo el Hijo de Dios vivo, edificaré mi Iglesia, esto es, sobre mí, el mismo Hijo de Dios vivo, edificaré mi Iglesia. Te edificaré a ti sobre mí, no a mí sobre ti.

[…] Pedro fue llamado así por la piedra, representando el papel de la Iglesia, manteniendo el primado del apostolado. Pero a continuación, después de oír que era bienaventurado, que era Pedro, que iba a ser edificado sobre la piedra, al mencionarle el Señor su futura pasión, que ya presentaba como inminente a sus discípulos, le desagradó. Temió perder al que iba a morir, al que había confesado como fuente de la vida. Turbado, dijo: “¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte. Ten piedad de ti, Dios, no quiero que mueras”. Pedro decía a Cristo: “Quiero morir por ti”. Luego el Señor reprendió al que antes alabó; y al que había llamado dichoso, le llama ahora Satanás, diciendo: Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios (Mt 16,22-23). ¿Qué quiere que hagamos con lo que somos, ya que nos culpa por ser hombres? ¿Queréis saber lo que quiere que hagamos? Escuchad el salmo: Yo dije: “dioses sois”, todos hijos del Excelso. Pero si gustáis las cosas humanas, como hombres moriréis (Sal 81,6-7).

San Agustín

San Agustín

El mismo Pedro fue primero bienaventurado y luego Satanás, en un momento, con el intervalo de unas pocas palabras. Si te asombra la diferencia de apelativos, atiende a la diferencia de las causas. ¿Por qué te admiras de que antes fuera bienaventurado y luego Satanás? Mira la causa por la que era bienaventurado: Porque no te lo reveló la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos (Mt 16,17). Si te lo hubieran revelado la carne y la sangre, hubieras expresado lo tuyo; y como no te lo reveló la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos, diste de lo mío, no de lo tuyo. ¿Por qué de lo mío? Porque todo lo que tiene el Padre es mío (Jn 16,15). Ya has oído la causa por la que era bienaventurado y por la que era Pedro. ¿Y por qué era lo que nos aterra y no queremos repetir? ¿Por qué, sino porque daba de lo suyo? Tú piensas como los hombres, no como Dios.

Al considerar eso nosotros, miembros de la Iglesia, discernamos lo que es de Dios y lo que es nuestro. Así ya no titubearemos, nos fundamentaremos en la Piedra, nos mantendremos firmes y estables frente a los vientos, lluvias, ríos; es decir, a las tentaciones del presente siglo. Pedro mirad a aquel Pedro que ya entonces nos representaba; ya confía, ya vacila; ya confiesa al Inmortal, ya teme que muera. La Iglesia de Cristo tiene hombres fuertes y débiles; no puede mantenerse sin fuertes ni sin débiles. Por eso dice el Apóstol: Nosotros, los fuertes, debemos llevar la carga de los débiles (Rm 15,1). En el decir: Tú eres Cristo, el Hijo de Dios vivo (Mt 16,16), significa a los fuertes; pero en el temblar y titubear, no querer que Cristo padezca, temiendo que muera, no reconociendo la vida, simboliza a los débiles en la Iglesia. En un solo apóstol, en Pedro, primero y principal en el orden de los mismos y que representaba a la Iglesia, había que significar a los dos grupos, esto es, los fuertes y los débiles; porque sin uno y otro no hay Iglesia».

(San Agustín, extracto del Sermón 76).

Concilio Vaticano II

Los Apóstoles y Pedro; los Obispos y el Papa

Concilio Vaticano II (1962-1965).

Concilio Vaticano II (1962-1965).

«Cristo el Señor, para regir al Pueblo de Dios y hacerle progresar siempre, instituyó en su Iglesia diversos ministerios que están ordenados al bien de todo el Cuerpo. En efecto, los ministros que poseen la sagrada potestad están al servicio de sus hermanos para que todos los que son miembros del Pueblo de Dios y tienen, por tanto, la verdadera dignidad de cristianos, aspirando al mismo fin, en libertad y orden, lleguen a la Salvación.

Este sagrado Sínodo, en continuidad con el Concilio Vaticano I, enseña y declara con él que Jesucristo, Pastor eterno, edificó su santa Iglesia enviando a su vez a los Apóstoles como Él mismo había sido enviado por el Padre (cf. Jn 20,21). Cristo quiso que los sucesores de los Apóstoles, es decir, los obispos, fueran en su Iglesia pastores hasta la consumación del mundo. Ahora bien, a fin de que el Episcopado fuera uno y no estuviera dividido, puso a Pedro al frente de los demás Apóstoles e instituyó en él para siempre el principio y fundamento, perpetuo y visible, de la unidad de la fe y de la comunión. El sagrado Sínodo propone de nuevo a todos sus fieles como verdad de fe la institución, perpetuidad, poder y razón de ser del sagrado primado del Romano Pontífice y de su magisterio infalible. Prosiguiendo en la tarea comenzada, quiere proponer y declarar ante todos la doctrina acerca de los obispos, sucesores de los Apóstoles, que dirigen junto con el sucesor de Pedro, Vicario de Cristo y Cabeza visible de toda la Iglesia, la casa del Dios vivo».

(Concilio Vaticano II, Constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen gentium, n. 18).

Concilio Vaticano II (1962-1965).

Concilio Vaticano II (1962-1965).

«La unidad del Colegio [episcopal] aparece también en las relaciones mutuas de cada Obispo con las Iglesias particulares y con la Iglesia universal. El Romano Pontífice, como sucesor de Pedro, es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los Obispos como de la muchedumbre de fieles. Cada uno de los Obispos, por su parte, es el principio y fundamento visible de unidad en sus Iglesias particulares, formadas a imagen de la Iglesia universal. En ellas y a partir de ellas existe la Iglesia católica, una y única. Por eso cada Obispo representa a su Iglesia, pero todos juntos con el Papa representan a toda la Iglesia en los lazos de paz, de amor y de unidad […]».

(Concilio Vaticano II, Constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen gentium, n. 23a).

«Nuestra Iglesia» del 28 de junio

Nuestra Iglesia.Portada.3Pulsando aquí puedes descargar la publicación diocesana digital «Nuestra Iglesia», que, semanalmente, contiene una reflexión del Sr. Obispo, noticias sobre nuestra Diócesis, así como también incluye espacios formativos e informativos. Ésta es la correspondiente al Domingo 28 de junio de 2015.

Natividad de San Juan Bautista

Hoy, día 24 de junio, celebramos la Solemnidad de la Natividad de San Juan Bautista. Es el único Santo del que, en la Liturgia, se celebra su nacimiento. Habitualmente la fiesta de los santos se celebra el día de su tránsito a la Vida eterna. Sin embargo, y exceptuando —claro está— los casos del Señor y de la Santísima Virgen María, sólo del Bautista se celebran dos fiestas en el año litúrgico: su natividad (24 de junio) y su martirio (29 de agosto). La razón de esto reside en la importancia que tiene en la Historia de la Salvación: San Juan es el Precursor del Señor.

Cuadro de "San Juan Bautista". Iglesia parroquial de San Nicolás de Murcia. (Pulsando en la imagen se puede ver ampliada).

Cuadro de «San Juan Bautista». Iglesia parroquial de San Nicolás de Murcia. (Pulsando en la imagen se puede ver ampliada).

Hijo de Zacarías e Isabel, nació en las montañas de Judea, cuando su madre era anciana y estéril desde joven. Su nacimiento, seis meses antes del de Cristo, «fue motivo de alegría para muchos» (cf. Lc 1,14). Vivió en el desierto. Y en la hora señalada por Dios comenzó a predicar un bautismo de conversión y de penitencia, anunciando la llegada inminente de Alguien mucho mayor que él, y de quien no se consideraba digno de agacharse para desatarle la correa de sus sandalias. Aunque al principio se niega y no se considera digno de hacerlo, bautiza a Jesús cuando se acercó al río Jordán y así se le mandó que lo hiciera. Allí vio descender sobre Jesús al Espíritu Santo en forma de paloma y escuchó la voz del Padre dando testimonio de su Hijo. Posteriormente, Juan señala a Jesús y dice de Él: «Éste es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Jn 1,29). Algunos de sus discípulos se convierten en los primeros discípulos de Jesús.

Por su fidelidad a la Palabra y a los mandamientos de Dios, y por su fidelidad a su misión profética, anunció la inminencia de la salvación y denunció males y pecados, sin doblegarse ante nadie. Esto le granjeó tanto el respeto y admiración del pueblo judío, que lo consideraba un profeta y un hombre de Dios, como también el miedo y la enemistad de otros. Finalmente, arrestado y encarcelado en la fortaleza de Maqueronte por orden del rey, y ante la petición de la hija de Herodías, el rey Herodes mandó que le cortaran la cabeza, y sus discípulos enterraron su cuerpo.

Juan dice de sí mismo: «Yo soy “la voz que clama en el desierto: Allanad el camino del Señor” (como dijo el Profeta Isaías)» (Jn 1,23). Su figura austera, pobre y penitente no ha perdido un ápice de actualidad. Juan es la viva imagen de la autenticidad, así como de la coherencia con lo que predica. Viva imagen de la fidelidad absoluta a la Palabra de Dios y a la Voluntad del Altísimo sobre él. De él dijo el Señor: «Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista» (Mt 11,11).

San Juan Bautista visto por San Agustín

Prestamos nuestra voz al gran San Agustín, quien, con su fina inteligencia, explica mejor que nadie la figura del Bautista, estableciendo un paralelismo entre su nacimiento y el del Señor:

«La Iglesia celebra el nacimiento de Juan como algo sagrado, y él es el único de los santos cuyo nacimiento se festeja; celebramos el nacimiento de Juan y el de Cristo. Ello no deja de tener su significado, y, si nuestras explicaciones no alcanzaran a estar a la altura de misterio tan elevado, no hemos de perdonar esfuerzo para profundizarlo y sacar provecho de él.

Cuadro del "Bautismo del Señor", con San Juan Bautista (Almela Costa, siglo XX). Iglesia parroquial de San Nicolás de Murcia. (En la "Galería de fotos" de esta página web se puede ver mejor).

Cuadro del «Bautismo del Señor», con San Juan Bautista (Almela Costa, siglo XX). Iglesia parroquial de San Nicolás de Murcia. (En la «Galería de fotos» de esta página web se puede ver mejor).

Juan nace de una anciana estéril; Cristo, de una jovencita virgen. El futuro padre de Juan no cree el anuncio de su nacimiento y se queda mudo; la Virgen cree el del nacimiento de Cristo y lo concibe por la fe. Esto es, en resumen, lo que intentaremos penetrar y analizar; y, si el poco tiempo y las pocas facultades de que disponemos no nos permiten llegar hasta las profundidades de este misterio tan grande, mejor os adoctrinará aquél que habla en vuestro interior, aun en ausencia nuestra, aquél que es el objeto de vuestros piadosos pensamientos, aquél que habéis recibido en vuestro corazón y del cual habéis sido hechos templo.

Juan viene a ser como la línea divisoria entre los dos Testamentos, el antiguo y el nuevo. Así lo atestigua el mismo Señor, cuando dice: La Ley y los profetas llegaron hasta Juan. Por tanto, él es como la personificación de lo antiguo y el anuncio de lo nuevo. Porque personifica lo antiguo, nace de padres ancianos; porque personifica lo nuevo, es declarado profeta en el seno de su madre. Aún no ha nacido y, al venir la Virgen María, salta de gozo en las entrañas de su madre. Con ello queda ya señalada su misión, aún antes de nacer; queda demostrado de quién es precursor, antes de que él lo vea. Estas cosas pertenecen al orden de lo divino y sobrepasan la capacidad de la humana pequeñez. Finalmente, nace, se le impone el nombre, queda expedita la lengua de su padre. Estos acontecimientos hay que entenderlos con toda la fuerza de su significado.

Zacarías calla y pierde el habla hasta que nace Juan, el precursor del Señor, y abre su boca. Este silencio de Zacarías significaba que, antes de la predicación de Cristo, el sentido de las profecías estaba en cierto modo latente, oculto, encerrado. Con el advenimiento de aquél a quien se referían estas profecías, todo se hace claro. El hecho de que en el nacimiento de Juan se abre la boca de Zacarías tiene el mismo significado que el rasgarse el velo al morir Cristo en la cruz. Si Juan se hubiera anunciado a sí mismo, la boca de Zacarías habría continuado muda. Si se desata su lengua es porque ha nacido aquél que es la voz; en efecto, cuando Juan cumplía ya su misión de anunciar al Señor, le dijeron: ¿Tú quién eres? Y él respondió: Yo soy la voz que grita en el desierto. Juan era la voz; pero el Señor era la Palabra que en el principio ya existía. Juan era una voz pasajera, Cristo la Palabra eterna desde el principio».

(San Agustín, siglos IV-V, extracto del Sermón 293. Aparece en el «Oficio de Lectura» de la Liturgia de las Horas de la Solemnidad de hoy).

Bella imagen sagrada de "San Juan Bautista Niño". Iglesia parroquial de San Nicolás de Murcia. (Pulsando en la imagen se puede ver ampliada).

Bella imagen sagrada de «San Juan Bautista Niño». Iglesia parroquial de San Nicolás de Murcia. (Pulsando en la imagen se puede ver ampliada).

Finalmente, felicitamos cordialmente a todos los feligreses, amigos y lectores de esta página web que llevan el nombre de Juan y de Juana: ¡Felicidades, queridos amigos! Que tengáis un magnifico día de vuestro Santo junto a vuestra familia. A ellos y a todos invitamos a rezar a San Juan Bautista con este hermoso Himno litúrgico:

«Pastor que, sin ser pastor,

al buen Cordero nos muestras,

precursor que, sin ser luz,

nos dices por dónde llega,

enséñanos a enseñar

la fe desde la pobreza.

Tú que traes un bautismo

que es poco más que apariencia

y al que el Cordero más puro

baja buscando pureza,

enséñame a difundir

amor desde mi tibieza.

Tú que sientes como yo

que la ignorancia no llega

ni a conocer al Señor

ni a desatar sus correas,

enséñame a propagar

la fe desde mi torpeza.

Tú que sabes que no fuiste

la Palabra verdadera

y que sólo eras la voz

que en el desierto vocea,

enséñame, Juan, a ser

profeta sin ser profeta. Amén».

(Himno litúrgico del «Oficio de Lectura» de la Liturgia de las Horas de la Solemnidad de hoy).

San Luís Gonzaga

San Luís Gonzaga.1.1Hoy, 21 de junio, celebramos la fiesta de San Luís Gonzaga, Patrón de los jóvenes cristianos. Con tan sólo 23 años de vida en la tierra, este apasionado de Jesucristo fue otro Santo de la caridad. Nació el 7 de marzo de 1568 en Castiglione delle Stiviere (Italia). Era el primogénito de los Príncipes de Castiglione, pertenecientes a la corte de Felipe II y de la reina Isabel de Valois. Recibe la Primera Comunión de manos de San Carlos Borromeo. Fue educado en Florencia (con los Médicis), Mantua y Madrid (en la corte de Felipe II). Su infancia transcurrió entre la nobleza y la corte. Fue preparado para heredar los títulos nobiliarios y para administrar las posesiones de su familia, para lo que dio muestras de tener sobradamente las cualidades necesarias. Sin embargo, a Luís no le llenaba nada ese tipo de vida.

San Luís Gonzaga.2Bajo los cuidados de su madre, a la que amaba profundamente, había aprendido a amar a Dios y a acoger su voluntad, quien lo quería para sí. Ya a los diez años de edad, en Florencia, se había ofrecido a Dios e hizo voto de castidad. Cada vez le parecía más fútil y vacío el mundo de lujo y apariencias que le rodeaba. Poco a poco fue madurando en él la llamada que Cristo le hacía a su seguimiento. Era un joven de oración profunda e incesante. No le fue nada fácil llevar adelante su decisión: sobre todo, su padre se oponía fuertemente. Pero, finalmente, abdicó el Principado de Mantua (del que era heredero) en favor de su hermano Rodolfo, e ingresó en la Compañía de Jesús, fundada poco tiempo atrás por San Ignacio de Loyola. Fue enviado a Roma a realizar los estudios de filosofía y teología. En la primavera de 1591 estalla una epidemia de peste en Roma, y él se ofrece con fortaleza y sin límites a asistir a los innumerables enfermos de esta epidemia. Con incansable caridad, busca, se acerca, cura y lleva entre sus brazos a los pobres apestados. Fruto de esta entrega ilimitada de caridad, Luís cae enfermo de un rápido y creciente agotamiento orgánico y muere el 21 de junio de 1591. Fue Beatificado en 1605, todavía en vida de su madre, y fue Canonizado en 1726.

Estando ya gravemente enfermo, y antes de morir, escribe una carta a su madre, en la que se puede ver la grandeza de su alma y su verdadera altura de fe. Una carta verdaderamente emotiva, que forma parte del «Oficio de Lectura» de la Liturgia de las Horas de su fiesta litúrgica. Animamos a todos a leerla: nos lo agradecerán. He aquí la carta:

San Luís Gonzaga.3«Pido para ti, ilustre señora, que goces siempre de la gracia y del consuelo del Espíritu Santo. Al llegar tu carta, me encuentro todavía en esta región de los muertos. Pero un día u otro ha de llegar el momento de volar al cielo, para alabar al Dios eterno en la tierra de los que viven. Yo esperaba poco ha que habría realizado ya este viaje antes de ahora. Si la caridad consiste, como dice San Pablo, en estar alegres con los que ríen y llorar con los que lloran, ha de ser inmensa tu alegría, madre ilustre, al pensar que Dios me llama a la verdadera alegría, que pronto poseeré con la seguridad de no perderla jamás.

Te he de confesar, ilustre señora, que, al sumergir mi pensamiento en la consideración de la divina bondad, que es como un mar sin fondo ni litoral, no me siento digno de su inmensidad, ya que él, a cambio de un trabajo tan breve y exiguo, me invita al descanso eterno y me llama desde el cielo a la suprema felicidad, que con tanta negligencia he buscado, y me promete el premio de unas lágrimas, que tan parcamente he derramado.

Considéralo una y otra vez, ilustre señora, y guárdate de menospreciar esta infinita benignidad de Dios, que es lo que harías si lloraras como muerto al que vive en la presencia de Dios y que, con su intercesión, puede ayudarte en tus asuntos mucho más que cuando vivía en este mundo. Esta separación no será muy larga; volveremos a encontrarnos en el cielo, y todos juntos, unidos a nuestro Salvador, lo alabaremos con toda la fuerza de nuestro espíritu y cantaremos eternamente sus misericordias, gozando de una felicidad sin fin. Al morir, nos quita lo que antes nos había prestado, con el solo fin de guardarlo en un lugar más inmune y seguro, y para enriquecernos con unos bienes que superan nuestros deseos.

Todo esto lo digo solamente para expresar mi deseo de que tú, ilustre señora, así como los demás miembros de mi familia, consideréis mi partida de este mundo como un motivo de gozo, y para que no me falte tu bendición materna en el momento de atravesar este mar hasta llegar a la orilla en donde tengo puestas todas mis esperanzas. Así te escribo, porque estoy convencido de que ésta es la mejor manera de demostrarte el amor y respeto que te debo como hijo».

(San Luís Gonzaga, siglo XVI, Carta dirigida a su madre).

Altar y sepulcro de San Luís Gonzaga en la bella iglesia de San Ignacio de Loyola en Roma.

Altar y sepulcro de San Luís Gonzaga en la bella iglesia de San Ignacio de Loyola en Roma.

Finalmente, felicitamos a todos los que llevan el nombre de Luís o Luisa. Por ellos y por todos rezamos con la hermosa oración que la Liturgia de la Iglesia dirige a Dios en este día de su fiesta: «Señor, Dios, dispensador de los dones celestiales, que has querido juntar en San Luís Gonzaga una admirable inocencia de vida y un austero espíritu de penitencia, concédenos, por su intercesión, que, si no hemos sabido imitarle en su vida inocente, sigamos fielmente sus ejemplos en la penitencia». Amén.

«Nuestra Iglesia» del 21 de junio

Nuestra Iglesia.Portada.3Pulsando aquí puedes descargar la publicación diocesana digital «Nuestra Iglesia», que, semanalmente, contiene una reflexión del Sr. Obispo, noticias sobre nuestra Diócesis, así como también incluye espacios formativos e informativos. Ésta es la correspondiente al Domingo 21 de junio de 2015.

Concluimos las Catequesis para adultos sobre el «Año de la Caridad»

El próximo lunes 15 de junio concluimos las Catequesis diocesanas para adultos sobre la Carta Pastoral del Sr. Obispo de la Diócesis, D. José Manuel Lorca Planes, «Testigos y misioneros de la Caridad». Durante este curso 2014-2015, en nuestra Parroquia de San Nicolás, hemos venido desarrollando estas ocho catequesis que se han editado en nuestra Diócesis para profundizar y reflexionar en torno a esta Carta Pastoral que nuestro Obispo nos dirige para este «Año de la Caridad», que ahora termina.

Carta Pastoral.Testigos y misioneros de la CaridadEstas Catequesis para adultos están dirigidas a todos los cristianos de nuestras parroquias. En la nuestra, las hemos realizado con periodicidad mensual. Y para quienes asistimos a ellas vemos que merece la pena hacerlo, y es, sin duda alguna, muy enriquecedor.

Por eso, recordamos a todos los que están participando en estas reuniones, y animamos igualmente con interés fraterno a aquellos que puedan incorporarse, que la siguiente reunión y última será, si Dios quiere, el próximo lunes 15 de mayo. En ella veremos la Catequesis nº 7: «La mística de acercarnos a los demás y buscar su bien»; y la nº 8 y última: «La memoria de la caridad en la Iglesia diocesana de Cartagena».

Para esta reunión sería bueno releer las páginas comprendidas entre la 51 y la 102 de la Carta Pastoral del Sr. Obispo.

  • Para quienes no tengan el programa anual de estas Catequesis en nuestra Parroquia, pueden descargarlo aquí.
  • Para quienes no tengan la carpeta con los ocho Catequesis, pueden descargar aquí la Catequesis nº 7, y aquí la Catequesis nº 8, que trataremos el próximo lunes.

Recordando, en breve:

  • Asunto: Catequesis nº 7: «La mística de acercarnos a los demás y buscar su bien»; Catequesis nº 8: «La memoria de la caridad en la Iglesia diocesana de Cartagena».
  • Lugar: Salones parroquiales (C/ Segado del Olmo, 12).
  • Fecha: Lunes 15 de junio de 2015.
  • Hora: 8’15 h. de la tarde.

Invitamos a todos, con acariño e interés, a participar en estas Catequesis.